Del feudalismo

La cuestión del feudalismo es un asunto que ha levantado pasiones entre los historiadores. En el siglo pasado, el periodo que va desde la caída del Imperio romano al Renacimiento se consideró una etapa de superstición y obscurantismo en el que los hombres eran tratados como esclavos. Pero la realidad fue muy diferente. En la Edad Media se crea un tipo de economía que tiene en la producción de la tierra y los vínculos personales sus señas de identidad: la economía feudal.

El debate historiográfico

Qué es el feudalismo es algo en lo que no todos los historiadores están de acuerdo. Dependiendo de cuál sea la escuela que sigan, abarcará distintas épocas y afectará a diferentes países. Las visiones más comunes del feudalismo son: las institucionalistas, el materialismo histórico y el eclecticismo.

Los historiadores institucionalistas

Según los historiadores institucionalistas, el feudalismo fue fruto de la fragmentación del poder político en feudos autónomos; una institución, en la cual las relaciones de fidelidad personal entre un vasallo y un señor formaban la estructura de la sociedad. El más destacado representante de esta interpretación fue François Louis Ganshof, con su obra El feudalismo. Ganshof define el feudalismo como «un conjunto de instituciones que crea y rige obligaciones de obediencia y de servicio (principalmente militar) de la parte de un hombre libre, llamado vasallo, hacia otro hombre libre, llamado señor, y obligaciones de protección y de mantenimiento de la parte del señor hacia el vasallo. La obligación de mantenimiento tuvo, con frecuencia, por efecto, la concesión por el señor al vasallo de un bien llamado feudo; acepción más bien técnica, mucho menos amplia que la primera, acepción que puede ser calificada de jurídica, mientras que la primera es, sobre todo, social y política».

El feudalismo para los institucionalistas es, pues, un término jurídico que establece relaciones de dependencia entre hombres libres. Relaciones que se traducen en la obediencia o fidelidad, el servicio militar y la protección del señor. El feudo es un patrimonio territorial, hereditario, en el que cada señor tenía autoridad plena e inmunidad ante el rey. El feudo se podía subdividir para su explotación. En rigor esta institución sólo se daría dentro del Imperio carolingio desde el siglo X hasta el siglo XII. Esta interpretación obvia una cuestión fundamental. ¿Qué era para el hombre medieval una institución?. ¿Qué significado tenían las palabras institución, Estado y derecho?. Estos conceptos no tienen una definición semejante a la actual hasta el siglo XIV.

El materialismo histórico

El materialismo histórico es un método de análisis de la historia. Para él el feudalismo fue un tipo de organización económica y social que duró desde el siglo IV hasta el siglo XVIII, y se extendió por todo el mundo, aunque no en los mismos periodos.

Según Parain, el feudalismo tiene tres rasgos que lo definen: primero, las relaciones de producción están forjadas, esencialmente, en torno a la tierra; segundo, los trabajadores tienen derecho de usufructo y de ocupación de la tierra, pero no de propiedad, que pertenece a un señor, que tampoco tienen derecho a la disposición absoluta del suelo, pero sí a sus prestaciones; y tercero, a este tipo de economía le corresponde una red de vínculos personales de fidelidad con el señor inmediatamente superior, que estructura la sociedad. En esta concepción está ausente la noción de Estado. La única autoridad es la que se ejerce de persona a persona.

Los historiadores eclécticos

Cada vez más historiadores se decantan por posturas intermedias, que reconocen la importancia de la infraestructura económica pero que limitan el feudalismo al periodo comprendido entre el fin del Imperio romano y el siglo XV con el inicio de la Edad Moderna. Estas escuelas suelen incidir en la heterogeneidad del fenómeno.

Marc Bloch es el medievalista ecléctico más destacado. Marc Bloch pone su atención en la observación de los fenómenos sociales, como la descripción de la aristocracia y del poder laico; las condiciones de vida y el ambiente mental, y los vínculos de sangre. Marc Bloch diferencia entre dos etapas feudales, a las que Robert Boutruche añade una tercera. La primera etapa va desde el fin del Imperio romano hasta el año 1000 aproximadamente. Es un período prefeudal ya que el poder no está totalmente fragmentado. En esta época nacen las formas económicas y sociales típicamente feudales. La segunda etapa es la de la plena Edad Media, desde el año 1000 hasta el siglo XIII, que se caracteriza por ser una etapa expansiva en todos los órdenes: sociales y económicos. La tercera etapa iría desde el siglo XIII hasta el siglo XV, época en la que las instituciones feudales entran en crisis, aunque se transforman y se perpetúan durante la Edad Moderna.

El origen del feudalismo

Los orígenes del feudalismo son obscuros, ya que se remontan a la descomposición y final del Imperio romano hacia el siglo III. El feudalismo está íntimamente vinculado a la explotación de la tierra, porque comienza siendo una forma de organizar el trabajo en las villas rurales romanas. Las invasiones germánicas hacen los caminos inseguros, por lo que el comercio se contrae. En las villas romanas comienzan a fabricarse todos los objetos necesarios para la subsistencia, y el artesano que vive en la villa se siente protegido por el señor, ante los asaltos germánicos.

La caída del Imperio romano

Los pueblos germánicos venían acosando las fronteras del Imperio romano desde el siglo I. Eran pueblos nómadas o seminómadas con una sociedad estratificada: nobles, libres, libertos y esclavos. El rey se elegía entre un miembro de las familias nobles. Los hombres libres juraban fidelidad personal al jefe, y esta era la base de su poder. El contacto con los romanos hizo que estos pueblos comenzasen a comerciar y a civilizarse, y en el siglo II terminaron por confederase para luchar contra los romanos. Sin embargo, mientras el poder de Roma fue sólido, no supusieron más que una molestia. Pero a mediados del siglo III la situación política en Roma era caótica; incluso llegó a haber cuatro emperadores simultáneamente. Los pueblos germánicos, francos y alamanes, hicieron incursiones destruyendo los campamentos y las ciudades romanas hasta el norte de África. Debido a estas incursiones se amurallaron las ciudades, lo que contribuyó a que decayese la calidad de vida en ellas. Sin embargo, estas no pasaron de ser unas incursiones de rapiña, más que invasiones, ya que no pudieron asentarse en el territorio. Más importancia tuvo la infiltración pacífica. Muchos germanos se establecieron como colonos en el territorio del Imperio, en las ciudades como siervos y en el ejército como soldados, llegando a ser la guardia personal del emperador, que con el tiempo estuvo en sus manos. Esto romanizó muchos las costumbres de los pueblos bárbaros, que llegaron a adoptar el latín como lengua, la religión romana y la moneda. Pero, también, entre los romanos se empezaron a introducir costumbres bárbaras, como la fidelidad la jefe. En el año 313 el cristianismo se convierte en la religión oficial del Imperio y los pueblos germánicos comienzan a cristianizarse. En el 330 Roma tiene una nueva capital: Constantinopla. La crisis dentro del Imperio es absoluta.

Entre las causas que se han invocado para el comienzo de la invasión germánica (no suficientemente explicadas) están: el empeoramiento del clima en el norte, la explosión demográfica de los pueblos bárbaros, el nomadismo de estos, y la presión de los pueblos asiáticos, hunos sobre todo (que llegaron a invadir el Imperio). Entre las causas de su triunfo están: la superioridad militar, el establecimiento anterior de población germánica y la crisis de las instituciones políticas romanas.

Las grandes invasiones comenzaron en el 401, con la irrupción de los vándalos. Luego llegaron los visigodos, en el 403, los suevos, en el 406, los burgundos, en el 409, y en el 410 los visigodos de Alarico saquean Roma. Esta vez las invasiones no fueron simples razias, sino que los saqueadores se asentaron en el territorio: los suevos en la Gallaecia, los visigodos en Hispania, los francos en Galia, los ostrogodos en Italia, los brugundios en los Alpes, los vándalos en Mauritania, etc. La crisis política romana era tal que los visigodos llegaron a combatir en nombre el Imperio romano. En el 476 el Imperio romano había sucumbido en Occidente, aunque se mantendría en Oriente, donde la capital era Constantinopla. Sin embargo, subsistieron algunas instituciones como la Iglesia y el papado que fue el vínculo de continuidad, y legitimidad, entre el Imperio y los nuevos reinos. Pero el Estado había desaparecido ante los vínculos de fidelidad personal que estructuraban la sociedad germánica. A pesar de la aparente rapidez con que se suceden los hechos, el proceso de desmoronamiento del Imperio romano no fue cosa de un día, ni siquiera de una generación.

Las instituciones carolingias

Las instituciones feudales se implantaron rápidamente porque hubo una cierta continuidad entre los grandes terratenientes romanos y los nuevos propietarios feudales. En la época carolingia dominó la gran propiedad, tanto laica como eclesiástica, en las formas de explotación de la tierra. Es la célula de la organización social y económica feudal. Aunque el Imperio romano había desaparecido, en Occidente pervivió la idea de Imperio, y la aspiración de reconstrucción del antiguo Imperio romano. El día de Navidad del año 800 Carlomagno es coronado emperador por el papa León III. Su abuelo, Carlos Martel, había detenido la expansión islámica venciendo en Poitiers (732) a Abderramán al-Gafiqi, y se erigirá en defensor de la cristiandad. Su padre, Pipinio el Breve, tomo el título de rey de los francos en el 751, poniendo fin a la dinastía merovingia y entronizando la dinastía carolingia. Para legitimar su poder acudió a la sacralización del rey, y proclamó que el rey recibía su poder por la Gracia de Dios. A su muerte, en el 768, dividió sus dominios entre sus dos hijos: Carlos y Carlomán. Pero Carlomán murió en el 771 y Carlos volvió a unificar los territorios, y reinaría con el nombre de Carlomagno. Carlomagno conquistará el norte de Italia (774) y protegerá al papado, por lo que recibió el título de patricio, o protector de la Iglesia. Conquistó toda la Europa central y estableció marcas en los territorios de frontera, como la Marca Hispánica, en el 778. En el año 800 dominaba gran parte del territorio del Imperio romano en occidente. Con su coronación como emperador se restituía el Imperio. Pero el concepto de imperio había cambiado radicalmente. El emperador se consideraba descendiente de los reyes judíos y sucesor de Pedro, por lo tanto defensor de la Fe. Era el Impérium christiánum. Para Alcudio, filósofo de Carlomagno, romanitas y christianitas eran términos sinónimos, y equivalentes a la cívitas Dei de san Agustín.

Carlomagno adaptó y desarrolló las instituciones de administración y gobierno desde el modelo romano y germánico. En la base de la Administración estaban los condes, al frente de los condados, encargados de la percepción de impuestos, las obra públicas, la administración de justicia, el reclutamiento de tropas y la percepción del juramento de fidelidad que debían prestar todos los varones mayores de 12 años. Los condes recibían su feudo en la investidura. El juramento de fidelidad se daba en el homenaje. En principio, el cargo condal era electivo y revocable, aunque poco a poco se hizo hereditario. Para controlar la gestión del gobierno, Carlomagno enviaba a los missi, con capacidad para juzgar a los nobles. En los condados grandes, el territorio se dividió entre diversas veguerías, al frente de las cuales había un veguer. Los condes también nombraban vizcondes, que gobernaban en su ausencia. En las zonas limítrofes, en lugar de condados se crearon marcas, al frente de las cuales se puso un marqués, que añadió a las atribuciones de los condes la capacidad militar y de defensa del territorio ante las invasiones exteriores. También hubo territorios que dependieron directamente de la autoridad del emperador. La administración se desarrollaba en torno a la corte del emperador, el Palátium, y se confundía con los servicios personales. El senescal se encargaba de aprovisionar el palacio, el buticulario de las bodegas y el estábuli de las caballerizas. Estos tres funcionarios eran los consejeros del emperador. Solían presidir el tribunal de justicia: el Palatii. Además, había otros funcionarios menores, como por ejemplo los capellanes o los notarios.

Toda la organización social se fundamentaba en el juramento de fidelidad que se daba al inmediatamente superior, el vasallaje, a cambio de protección y un feudo, o propiedad que explotar. La tierra señorial tendrá servidumbres. Una parte de la tierra será la reserva o terra indominicata que explotaba directamente el señor, por medio del trabajo obligatorio de sus vasallos, en sernas o corveas. Otra parte serán los mansos, o lotes de tierra que cada campesino recibe de su señor; estos mansos pueden ser: ingenuos, para los hombres libres, o serviles para los esclavos o siervos de la gleba. Con el tiempo, la diferencia entre campesinos libres y siervos de la gleba fue disminuyendo y llegaron a tener el mismo estatuto jurídico. Otra parte de la tierra debía reservarse para los campos comunales: el bosque y el baldío. Los comunales eran de vital importancia para la supervivencia en la sociedad campesina feudal. Esto determinó que la célula básica de la economía feudal fuera el gran dominio, donde se producía todo lo necesario, y donde se consumían todos los productos. Será una economía autárquica, a pesar de las ferias locales y los mercados. Además, los fieles debían pagar el diezmo a la Iglesia, con lo que consumían todos los excedentes de la producción.

Tras la muerte de Carlomagno el Imperio se disgrega. Los condes, marqueses y reyes avasallados se hacen fuertes en sus feudos. La fidelidad personal se reclama como principio de autoridad, más que nunca, y entramos en la plena Edad Media en la que desaparece el Estado y el rey es el primus ínter pares. Su autoridad es más moral que real. El señor feudal se arroga con la autoridad judicial: ya no queda nada para el rey.

Ciudad y población

El período medieval es una época de crecimiento demográfico, sobre todo después del descenso de la natalidad que se habían observado durante el bajo Imperio romano. Las zonas más pobladas fueron las montañosas, ya que ofrecían mayor variedad de productos: debido a su diversidad ecológica y una protección mayor. Pero en el siglo XIV la peste negra y las malas cosechas detuvieron el crecimiento demográfico. La población no se recuperaría hasta el siglo XV.

Las ciudades se amurallaron en torno al siglo XIII, cuando ciudad era la que tenía muralla, y por lo tanto tenía derecho a un fuero. Así se estableció en las Partidas de Alfonso X el Sabio, entre 1256 y 1265. Las primeras murallas albergaron en su interior huertas y pastos para el ganado, pero debido al aumento de la población fueron insuficientes. La existencia de fuero, que era una garantía ante las arbitrariedades señoriales, favoreció la migración del campo a la ciudad. El fuero era una serie de normas, derechos y deberes, de los habitantes de una ciudad, por las que se regían. Las ciudades tenían derecho a presentar sus quejas directamente al rey, surgirían así las Cortes. Las primeras Cortes tuvieron lugar en León en 1188.

Las casas solían ser de planta baja, piso y desván; con el tejado de paja. A medida que aumentó la población fueron haciéndose más altas. Las ciudades cristianas no pasaban de los 50.000 habitantes, mientras que las musulmanas como Córdoba, Sevilla, Granada, Marraquech, Damasco, El Cairo o Bagdad los superaban ampliamente. La musulmana era una civilización urbana.

La economía feudal

La economía feudal se caracteriza por la ruralización de la producción y la subsistencia. Las ciudades pierden protagonismo en la vida económica y social. Las pocas urbes que hay están directamente vinculadas al cultivo del campo y al mercado local.

La agricultura

La agricultura y la gran propiedad fueron las bases de la economía feudal. Mientras la población se mantuvo en cifras bajas no fue necesario ampliar la superficie de cultivo, pero a partir del siglo XII se hicieron necesarias nuevas roturaciones. Las técnicas de cultivo continuaron siendo las utilizadas en la época romana, salvo en el mundo islámico, que desarrolló la técnica del regadío, con nuevos instrumentos, como la noria. Los campesinos tendían a hacerse sus aperos de labranza. Los musulmanes introdujeron, lentamente, el cultivo del algodón, la caña de azúcar y la seda. Además, no hubo integración de agricultura y ganadería, por lo que los abonos eran escasos y las cosechas exiguas. El ganado era poco y caro, sobre todo el de animales grandes. En España, se reguló la explotación ganadera, ovina principalmente, con la institución de la Mesta, en el año 1273.

En torno a los pueblos se estableció un sistema de explotación de la tierra, muy parecido en todas partes. En los alrededores inmediatos del pueblo se encontraban las huertas de frutas y hortalizas, las mejor regadas y abonadas, que se cultivaban de forma intensiva. Luego se situaban las tierras dedicadas a las leguminosas y los cultivos de regadío, más lejos estaba el cereal de secano, trigo y escanda, más allá los pastos y baldíos, y por último el bosque, que proporcionaba leña y caza.

Las órdenes religiosas tendieron a favorecer la roturación de tierras. En general las explotaban directamente, por medio de campesinos jornaleros. Mientras tanto, los señores feudales tendían a explotar sus tierras de manera indirecta, por medio de: arrendamientos, prestimonios, enfiteusis o foro, rabassa morta, aparcería, etc.

A partir del siglo XIII se comienza a renovar el utillaje, y empieza a utilizarse la mula, en lugar del buey, como animal de tiro.

Los productos básicos fueron los cereales, la vid y las hortalizas, pero también, el aceite, la miel, la sal y la pesca. La sal y las especias eran fundamentales para la conservación de los alimentos. Estas eran las principales mercancías de los mercados.

El artesanado

El artesano es un figura vital en las comunidades medievales; ya que la mayoría de ellas deben procurarse sus propios aperos de labranza, paños y los útiles cotidianos.

Desde el siglo XI los artesanos comenzaron a agruparse en cofradías de ayuda mutua. Estas cofradías estaban alentadas por la Iglesia y consagradas a un santo o virgen. Las cofradías comenzaron a reglamentarse por estatutos, algunos de ellos privilegiados, y acogían artesanos de distintos oficios. Paralelamente se crearon los gremios, con artesanos del mismo oficio, o de oficios complementarios, que reglamentaron la producción y el aprendizaje. Los reglamentos de los gremios regulaban desde cómo y con qué se debían hacer los productos, hasta los precios. Se intentaba evitar el fraude y la competencia irresponsable. Cada gremio tenía sus maestros, inspectores y cajeros, elegidos cada uno o dos años.

El aprendizaje del oficio también estaba regulado, y había tres categorías: aprendiz, oficial y maestro. Las condiciones del aprendiz estaban pactadas. El aprendiz lo era durante un periodo concreto, de tres a ocho años. Una vez superado el período se convertía en oficial y podía ejercer el oficio por su cuenta o por cuenta ajena. El oficial podía pasar a ser maestro superando un examen, que consistía en la presentación una obra maestra que acreditase su dominio del oficio.

Los gremios más poderosos tendieron a controlar el gobierno de la ciudad, y a tener un reglamento privilegiado, con sus propias leyes y sus jueces.

La mayoría de los ingenios que permitían transformar los productos agrarios para su consumo eran de propiedad señorial.

La industria textil fue una de las más prósperas, de una importancia casi tan grande como la agricultura. Además, implicaba a numerosos oficios, desde el ganadero hasta el tintado. Destacaron los paños florentinos y flamencos. Los paños eran, generalmente, de lana o piel; la seda era un artículo de lujo; pero también sobresalieron los paños de lino y cáñamo. En torno a la industria textil se desarrollaron los tintes, como el glasto, el alumbre, etc.

De importancia vital fue la minería, sobre todo metálica, que proporcionaba hierro para la labranza. Los productos principales serán: el hierro, el estaño, el cobre, el mercurio o azogue y el plomo. Las minas solían ser de propiedad real.

Fue de destacar la industria de la construcción, que nos dejó iglesias, catedrales, monasterios, lonjas, casas gremiales, castillos, puentes, murallas, etc. Las técnicas de construcción tuvieron una evolución impresionante, desde el arte prerrománico hasta el gótico. Este será un oficio de especialistas, donde la división del trabajo está más asentada.

Es en la Edad Media cuando comienza a desarrollarse la burguesía, y un incipiente capitalismo, que es plenamente feudal, como el resto de la sociedad. En cuanto se recuperó el comercio apareció el interés por acumular dinero, incluso con la patente de corso.

El comercio

Uno de los tópicos más arraigados de la Edad Media es que el comercio desapareció totalmente. Nada más lejos de la realidad. Si bien es cierto que la actividad comercial disminuyó, sobre todo la internacional de productos de poco valor añadido, ni mucho menos desapareció. Lo que ocurría era que, en gran medida, las rutas comerciales no estaban en manos cristianas, sino musulmanas. El comercio siguió siendo importante, en productos no ubicuos, como la sal o los metales, y los artículos de lujo, de alto valor añadido. El comercio a larga distancia está abierto, pero es escaso. Este comercio se organiza en torno a dos ejes fundamentales: el Mediterráneo y el Báltico e interior del continente. Después de las oleadas de las invasiones el comercio se recupera, en los siglos VI y VII. Es la época de esplendor de Bizancio. A partir del siglo X el comercio vuelve a tener un auge importante.

Desde el siglo XII mejoran notablemente los métodos de navegación, por la adopción de la brújula, el astrolabio y el timón fijo. Además, la capacidad de carga de las cocas, barcos mercantes, aumentó. La carabela, con sus 300 toneladas de carga, no fue inventada hasta el siglo XIV. Por otro lado, siempre fue muy importante la navegación fluvial. Todas las grandes ciudades de Europa tenían puerto, pero las nuevas técnicas facilitaban la navegación de altura. Constantinopla y Alejandría eran los grandes puertos comerciales internacionales del Mediterráneo.

El comercio internacional estuvo dominado por musulmanes, genoveses y venecianos. Genoveses y venecianos comerciaban, desde el siglo XI, sobre todo con Bizancio, pero también con Asia, a través de los musulmanes. Los productos más transportados fueron los metales y los paños, sobre todo de Flandes, Francia e Inglaterra; y las especias asiáticas. A lo largo de la Edad Media, los musulmanes pierden el dominio del Mediterráneo en favor de Aragón.

Pero el comercio no sólo se centró en torno al Mediterráneo. En el Atlántico norte y el Báltico se creó otro importante eje comercial, donde dominaban el comercio flamencos y normandos, desde el siglo XII. Desde aquí partían rutas fluviales (Rin, Danubio) y terrestres que llegaban a Novgorod y Kiev, y de allí a Asia. Otras rutas importantes comunicaban el Atlántico norte con la península ibérica. A través del sur de Francia, por el Ródano, se comunicaban estos dominios comerciales.

Muy fructífero fue, también, el comercio entre musulmanes y cristianos en la península ibérica, que conectaba las rutas musulmanas con las cristianas.

Fue en el ámbito del comercio del Báltico donde las ciudades portuarias firmaron un pacto de amistad y mutua libertad de comercio. El primer pacto lo firmaron las ciudades de Liubeck y Hamburgo en 1230, pero a él se fueron adhiriendo otras ciudades. En 1247 se había creado la Hansa, una asociación de mercaderes que se unió para fomentar el libre comercio, terminar con la piratería y defenderse de los príncipes de las ciudades que querían poner impuestos de paso. La Hansa perduraría hasta 1669, y llegó a contar con 200 ciudades asociadas, del entorno báltico.

Los mercaderes que establecían relaciones en diferentes ciudades velaban por sus intereses a través de los consulados. Los consulados organizaban las relaciones comerciales, tenían sus jueces, y procuraban infraestructuras, en los puertos, a los comerciantes.

El comercio al por menor se organizó en torno a un sistema de ferias y mercados locales en distintas ciudades. El mercado, o la feria, era una concesión real, que se desarrollaba en unos días concretos. Los mercados se montaban en planicies, o al pie de las murallas y puertas de las ciudades, ya que no había lugares abiertos dentro, aunque en ciudades importantes, como Barcelona, Valencia, París, Génova o Florencia se edificaron lonjas para albergar el mercado. Los días de mercado eran la oportunidad de hacer compras de lo que no se podía proveer el campesino. Los mercados estaban gravados con impuestos, que recibía el Señor. Se podían encontrar productos foráneos que traían los buhoneros, pero fundamentalmente se vendían productos de la tierra.

La feria fue un mercado más importante, que se hacía en determinadas fechas señaladas. Las transacciones de las ferias eran más cuantiosas, y se compraban cosas que durarían todo el año. Tuvieron ferias importantes Brujas, Ypres, Lille, Champaña, Beaucaire, París, Fréjus, Amberes y Medina del Campo. En Amberes y Brujas se creará la primera bolsa de valores (siglo XV); en Medina del Campo (siglo XIII) se inventará la letra de cambio, o de feria, desarrollada luego en Italia, y en torno a ellas aparecen las instituciones financieras, de crédito y préstamo, y el derecho mercantil.

Desde el siglo XII, se generalizan en Europa las acuñaciones de moneda, cosa habitual en el mundo musulmán. La moneda musulmana solía tener mejor calidad que la cristiana, y se utilizaba como moneda de intercambio internacional, habitualmente.

En 1401 se crea en Barcelona el primer banco europeo: la Taula de Canvi. En el 1402 se abren establecimientos parecidos en Fráncfort, en Génova en el 1407. Los banqueros italianos, como los Medici, se hicieron con la hegemonía de la banca, para lo que implicaron a sus familiares en el negocio, lo que les permitía tener abiertas sucursales en diferentes ciudades.

La sociedad feudal

La sociedad medieval tenía una estructura estamental que basaba su estabilidad en los vínculos de fidelidad personal, vasallaje y feudo, a través del homenaje. Esta sociedad estamental está organizada de forma piramidal. Hay tres estamentos básicos la nobleza, el clero y el estado llano.

La nobleza

La nobleza forma la cima de la sociedad feudal. La cúspide la ocupa el rey, el único legitimado para hacer leyes. La nobleza medieval es heredera de los grandes latifundistas romanos y de la aristocracia germánica. Controlaba la vida económica, y tras la desaparición del Imperio germánico ejerció el poder de manera absoluta, en la plena Edad Media.

Desde el siglo XIII, tras el fin de las cruzadas y la Reconquista, los reyes tienden a recuperar su poder, la nobleza se transforma en aristocracia de sangre y las desigualdades internas aumentan. Aparecen las diferencias entre señorío territorial y jurisdiccional: que no tienen poder sobre los súbditos de las tierras y pueden volver a la corona, una vez muerto el señor. Aparece una alta y una baja nobleza, en función de sus ingresos y de su proximidad al rey. Con la tendencia al realengo el poder del rey se hace autoritario, a finales de la Edad Media. La nobleza tendrá sus propias leyes y jueces.

Con el tiempo, la nobleza tiende a emparentarse con la alta burguesía, tan rica o más que ella.

El clero

El clero es una institución plenamente feudalizada. Las órdenes religiosas son terratenientes, y aumentan sus posesiones gracias a las donaciones. Son auténticos señores feudales con idéntico papel económico y político que la nobleza. Durante la Alta Edad Media, el control de Roma sobre las órdenes religiosas es muy escaso, y se dedican a ejercer su poder con autoritarismo. La ausencia de una regla que regule la vida en los monasterios favorece la corrupción y la degeneración de la espiritualidad.

Serán san Benito y Gregorio VI quienes emprenderán la tarea de reformar la Iglesia: Gregorio VI dando normas y sometiendo a la autoridad de Roma a todas las iglesias nacionales, y san Benito instituyendo una rígida regla en la abadía de Cluny, que se extenderá por todo el mundo. Gregorio VI convocará el Concilio de Pavía y el Sínodo de Sutri, en el 1046. Para iniciar la reforma de las costumbres de la Iglesia, en donde se condenará la simonía y el matrimonio sacerdotal.

El clero también tenía su propia legislación, por la que regirse, y estaba exento de pagar impuestos, además de ser perceptor del diezmo. Sin embargo, la Iglesia, como institución, pagaba tributos al rey. No obstante, el nivel de rentas no era el mismo para todo el clero. Las órdenes monacales eran muy ricas, así como los obispados, como el de Toledo, mientras que los curas de parroquias campesinas eran muy pobres. Existe una red de parroquias que sostienen tanto la Iglesia como el Estado. Las órdenes monásticas eran rurales; las órdenes urbanas no aparecerán hasta la Edad Moderna.

El estado llano

El estado llano es el más complejo y variado. Está formado por el común de los vecinos de que se compone un pueblo, a excepción de los nobles, los eclesiásticos y los militares. En un principio es fundamentalmente campesino y pobre. Existen hombres libres y esclavos, o siervos de la gleba, vinculados a la tierra y que se pueden vender con ella. Eran los que trabajaban y pagaban los impuestos, y estaban sometidos al derecho común, que no será el derecho romano hasta la recepción después del año 1000. Algunos de los campesinos libres tenía derecho a elegir señor: será la behetría.

La vinculación a la tierra generalizó los malos usos feudales, que el señor imponía a los campesinos en virtud de sus derechos de posesión. Los malos usos son: la intestia, por la que el señor cobrará la tercera parte, o más, de los muebles del labriego si moría sin testamento; la exorquia, por la que el señor recibía parte de los bienes del labriego si no dejaba descendencia en el manso, al morir; la cugucia, por la que el señor tenía derecho a parte de los bienes, o su totalidad, del labriego si su mujer era adúltera; la arsina, o indemnización al señor en caso de incendio del manso; la firma de spoli, por la que el señor recibía una cantidad para autorizar una dote; y la remensa, por la que el campesino no podía abandonar el manso si no pagaba una redención.

Hacia el siglo XIII los campesinos se liberan de los «malos usos» y comienzan a tener libertad de movimientos. Se empieza a hacer negocios y aparece la burguesía, urbana, y las diferencias económicas entre ellos. La burguesía alcanza gran poder en las ciudades y aspira a su gobierno.

Con la aparición de la burguesía la sociedad se hace más urbana y los artesanos se instalan en las ciudades. Aparece, así, un pequeño proletariado artesanal.

La Edad Media fue un período muy largo y complejo en el que la sociedad se transformó desde una comunidad rural hasta una sociedad urbana, los señores se hicieron con el poder y lo perdieron en lucha contra los reyes, el comercio se detuvo y volvió a resurgir, la población creció y cayó, y los logros culturales fueron mucho mayores de lo que se quiere reconocer. No en vano esta época duró unos mil años.

Bibliografía

Alain Guerreau: «El feudalismo: un horizonte teórico». Crítica. Barcelona 1984
Robert Boutruche: «Señorío y feudalismo». Siglo XXI. Madrid 1972
Manuel Riu: «Lecciones de historia medieval». Teide. Barcelona 1986
François Louis Ganshof: «El feudalismo». Ariel. Barcelona 1975

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